La Oración
“Dios nuestro, ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos. Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos.” 2 Crónicas 20:12-13
¿Por qué estaba orando Josafat?
Josafat estaba orando porque una coalición masiva de ejércitos enemigos – moabitas, amonitas y otros pueblos – se dirigía hacia Judá con intenciones de destruir completamente al reino. Enfrentando una invasión que superaba ampliamente sus capacidades militares, Josafat llevó a toda la nación en una oración corporativa de liberación divina.
Información de Contexto sobre Josafat
Josafat fue uno de los reyes más piadosos de Judá, quien “anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no buscó a los baales, sino que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos” (2 Crónicas 17:3-4). Durante su reinado había implementado reformas espirituales significativas, enviando maestros por todo el reino para enseñar la Ley de Jehová.
La crisis militar llegó inesperadamente. Los mensajeros llegaron con noticias terribles: “Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar” (2 Crónicas 20:2). Esta coalición enemiga no era simplemente una amenaza política, sino un intento de aniquilar al pueblo del pacto de Dios.
La respuesta inmediata de Josafat fue notable: “Entonces él tuvo temor; y puso Josafat su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá” (2 Crónicas 20:3). En lugar de convocar inmediatamente a sus generales para planificar estrategias militares, su primera reacción fue buscar a Dios y llamar a toda la nación al ayuno y la oración.
Esta no fue una crisis que pudiera resolverse con diplomacia o estrategia militar convencional. Los números estaban completamente en contra de Judá, y huir no era una opción viable. Era literalmente una situación imposible que requería intervención divina directa.
Elementos Clave de la Oración de Josafat
1. Josafat oró basándose en el carácter y los pactos de Dios. Antes de la petición específica, recordó a Dios sus promesas históricas: “¿No echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre?” (2 Crónicas 20:7). Estableció el fundamento de su petición en la fidelidad histórica de Dios.
Cuando oramos apelando a las promesas específicas de Dios en su Palabra, estamos orando con autoridad bíblica. Dios siempre honra sus pactos y promesas establecidas.
2. Josafat confesó honestamente la impotencia humana. “En nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud… no sabemos qué hacer” fue una admisión valiente de total dependencia de Dios. No trató de minimizar la crisis ni presumir de capacidades inexistentes.
La confesión de nuestra debilidad es a menudo el prerrequisito para experimentar la fortaleza divina. Como dice en 2 Corintios 12:9: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.”
3. Josafat dirigió sus ojos completamente hacia Dios. “A ti volvemos nuestros ojos” representa una decisión consciente de mirar hacia arriba en lugar de mirar las circunstancias aterradoras. Esta declaración de dependencia total fue hecha no solo por el rey, sino por toda la nación unida.
La dirección de nuestra mirada determina el resultado de nuestras crisis. Cuando miramos las circunstancias, nos abrumamos; cuando miramos a Dios, recibimos esperanza y dirección divina.
4. Toda la nación se unió en oración corporativa. “Todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos” muestra una unidad nacional extraordinaria en la búsqueda de Dios. Desde el rey hasta el más pequeño de los niños, toda la nación se presentó delante de Dios en una sola voz.
La oración corporativa libera un poder que trasciende la suma de las oraciones individuales. Cuando un pueblo se une genuinamente en oración, Dios responde de maneras que sobrepasan todo entendimiento.
Resultado de la Oración
La respuesta de Dios fue inmediata y específica a través del profeta Jahaziel: “No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios… No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros” (2 Crónicas 20:15-17).
Al día siguiente, Josafat hizo algo extraordinario: puso a los cantores y músicos al frente del ejército para que alabaran a Dios mientras marchaban hacia la batalla. “Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros” (2 Crónicas 20:22).
Los enemigos se destruyeron completamente entre sí. Judá no tuvo que pelear; simplemente llegaron para recoger el botín. Tomaron tres días completos para recolectar las riquezas, vestidos y joyas preciosas que encontraron entre los cadáveres. El cuarto día se reunieron en el valle de Beraca (que significa “bendición”) para bendecir a Jehová por su victoria sobrenatural.
El impacto de esta victoria trasciendió las fronteras de Judá. “Y vino el pavor de Dios sobre todos los reinos de aquellas tierras, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel” (2 Crónicas 20:29). El reino tuvo paz durante el resto del reinado de Josafat.
La oración de Josafat nos enseña que cuando enfrentamos batallas que superan nuestras fuerzas, la estrategia divina siempre supera la sabiduría humana. Su ejemplo demuestra que la combinación de oración desesperada, ayuno nacional, y adoración confiada puede literalmente mover la mano de Dios para pelear nuestras batallas. Cuando reconocemos honestamente nuestra impotencia y dirigimos completamente nuestros ojos hacia Dios, descubrimos que Él ha estado esperando todo el tiempo para demostrar su poder incomparable a través de nuestra debilidad confesada.