“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” Mateo 5:9
¿Te has preguntado alguna vez cómo mantenerte firme en tus convicciones mientras vives en armonía con quienes piensan diferente? Nuestro mundo se encuentra más fragmentado que nunca, con infinitas opiniones que chocan y verdades bíblicas que muchos consideran anticuadas u ofensivas. Las redes sociales amplifican esta tensión, convirtiéndose en un ring de debates que raramente encuentran resolución. Entonces, ¿qué significa realmente para una hija de Cristo ser una pacificadora?
Jesús declaró que las pacificadoras son auténticas hijas de Dios. Este título es tanto un privilegio como una sagrada responsabilidad. Ser pacificadora no significa silenciar la verdad por conveniencia, pero tampoco significa lanzarse a discusiones acaloradas que solo generan más división. Significa encontrar ese equilibrio divino: permanecer firme en la Palabra de Dios mientras hablas con gentileza, respeto y amor genuino.
Pocas veces alguien ha llegado a la fe a través de argumentos ganados. En cambio, es mediante el testimonio suave del amor cristiano que los corazones se conmueven y se abren puertas para conversaciones transformadoras. Cuando interactúas con otros, recuerda constantemente a quién representas. Refleja el carácter de Jesús, el Príncipe de Paz, y permite que Su Espíritu guíe cada una de tus palabras y acciones.
Señor, te doy gracias por el honor de ser tu hija y llamarme a ser pacificadora en este mundo. Ayúdame a mantenerme firme en tu verdad sin caer en la hostilidad, y enséñame a responder a otros con amor genuino y gentileza. Guarda mis labios para que reflejen tu Espíritu, y permite que mis acciones demuestren la paz de Cristo en medio de un mundo dividido. Úsame como tu instrumento para traer unidad y sanidad, recordándome siempre que te represento en cada encuentro. En el precioso nombre de Jesús, Amén.