Las Promesas Que Sostienen Nuestra Vida
Aunque Dios no tenía ninguna obligación de hacernos promesas, en Su infinita gracia decidió no solo dárnoslas, sino también ser absolutamente fiel en mantener cada una de Sus palabras. Esta realidad transformadora quedó grabada en el corazón de Josué, quien después de experimentar toda una vida de promesas cumplidas, pudo afirmar con absoluta confianza:
“Vosotros sabéis en vuestros corazones y en vuestras almas, que no ha faltado ni una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas.” Josué 23:14
Entre todas las promesas magnificas que Dios nos ha dado, el apóstol Pablo nos explica una que puede cambiar nuestra perspectiva de toda circunstancia:
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Romanos 8:28
Una Promesa Para Toda la Vida
Esta promesa tiene el poder de sostener toda una existencia. La creemos con facilidad cuando la encontramos en nuestra lectura devocional matutina o cuando se discute en un estudio bíblico entre hermanos. A menudo resulta tan obviamente cierta cuando miramos hacia atrás, y se convierte en una respuesta consoladora cuando consideramos los problemas de otros.
Sin embargo, la verdadera pregunta es: ¿apreciamos completamente el poder transformador de una promesa tan extraordinaria en nuestra vida diaria, con todo el estrés, las presiones y los desafíos que la existencia puede traernos?
Cuando Nuestras Creencias Son Puestas a Prueba
Es precisamente cuando la vida no fluye sin dificultades que se revela si realmente confiamos en esta promesa divina o no. Un creyente puede estar atravesando un período de intensa dificultad, experimentando problemas y obstáculos que parecen levantarse como montañas ante él. Pero con una tranquila confianza en su Dios, es capaz de preguntar junto con Pablo:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” Romanos 8:35
Y puede responder con la misma certeza inquebrantable:
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” Romanos 8:37
Deberíamos sentirnos desafiados cuando las pequeñas perturbaciones de la vida que nos afectan a todos de vez en cuando logran amargarnos y hacernos perder la fe, aunque sea momentáneamente, en las promesas infalibles de nuestro Dios.
El Significado Profundo de “Todas las Cosas”
Nuestra fe no descansa en conceptos abstractos, sino en un Padre celestial que es tanto omnisapiente como infinitamente amoroso. Aunque puede disciplinarnos y corregirnos cuando es necesario, permanece eternamente fiel y cariñoso en Su trato hacia nosotros.
El Señor Jesús mismo nos proporciona un catálogo detallado de la provisión fundamental que nuestro Dios provee cuando nos enseña:
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” Mateo 6:25-26
No es ilusión ni autoengaño continuar confiando en Dios a través de las dificultades más intensas. Nuestra confianza no proviene de nosotros mismos ni de las circunstancias favorables que nos rodean, sino del conocimiento íntimo de nuestro Dios inmutable.
Un Antídoto Divino Contra el Pánico
Existe un poderoso antídoto contra el pánico que amenaza con envolvернos cuando las tormentas de la vida arrecian: la realización profunda de que, podamos ver la razón o no, en todas las cosas Dios está obrando para nuestro bien si lo amamos.
Esta verdad revolucionaria nos permite poner tanto nuestras desilusiones como nuestros éxitos, nuestras penas como nuestras alegrías, y nuestras frustraciones como nuestra paz en Sus manos amorosas y competentes. El salmista capturó esta realidad cuando escribió:
“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.” Salmos 42:11
Victoria Definitiva Sobre las Dudas
Si verdaderamente amamos a Dios, podemos descartar nuestras dudas y estar completamente seguros de que en Sus propósitos perfectos, cada experiencia de la vida contribuye a nuestro bien último. No hay necesidad de que caigamos aplastados bajo el peso de las pruebas de la existencia, porque tenemos esta promesa inquebrantable:
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” 1 Corintios 10:13
Una Posición Extraordinariamente Bendecida
Los cristianos nos encontramos en una posición extraordinariamente bendecida. Ciertamente compartimos las preocupaciones comunes de la humanidad, pero también participamos del amor de un Dios grandioso, “el cual nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17).
Regocijémonos juntos en las promesas de Dios, confiando plenamente en que Él es completamente digno de nuestra confianza. Aprendamos a confiar en Dios con nuestros problemas pequeños, para que cuando las grandes tormentas de la vida nos golpeen, automáticamente acudamos a Él en busca de protección, ayuda y victoria.
Porque la Escritura nos asegura:
“Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.” Salmos 34:10
La Invitación a una Confianza Completa
En un mundo lleno de incertidumbres, cambios constantes y promesas rotas, tenemos el privilegio incomparable de conocer y confiar en un Dios cuya fidelidad nunca falla. Sus promesas no son palabras vacías pronunciadas en momentos de emoción, sino compromisos eternos respaldados por Su carácter inmutable.
Cada día que vivimos es una nueva oportunidad de experimentar la fidelidad de nuestro Dios. Cada desafío que enfrentamos se convierte en una ocasión para ver cómo Él cumple Su palabra de hacer que todas las cosas obren juntas para nuestro bien.
La invitación divina permanece abierta ante nosotros: confiar completamente, descansar plenamente, y experimentar la paz que sobrepasa todo entendimiento que viene de conocer a un Dios absolutamente confiable y eternamente fiel.
Oración:
Padre celestial y fiel, te damos gracias porque cada una de Tus promesas es “Sí” y “Amén” en Cristo Jesús. Ayúdanos a confiar completamente en Tu palabra cuando las circunstancias parecen contradecir Tus promesas. Fortalece nuestra fe para creer que verdaderamente todas las cosas obran juntas para bien en aquellos que te amamos. Cuando las dudas traten de asaltarnos, recuérdanos Tu fidelidad pasada y Tu amor incondicional. Enséñanos a descansar en Tus brazos eternos, sabiendo que eres más que suficiente para cada desafío que enfrentemos. Que nuestra confianza en Ti sea un testimonio poderoso de Tu carácter inmutable ante un mundo que necesita conocer Tu fidelidad. En el nombre de Jesús, quien es la garantía de todas Tus promesas, Amén.