Capítulo 3. Raíces fuertes

“Pero bienaventurado el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, y su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.” Jeremías 17:7-8

Hay situaciones en la vida que no solo te arrebatan la paz, sino que parecen succionar la energía misma de tu alma. Un matrimonio que atraviesa crisis, una amistad que se desmorona, tensiones familiares que no cesan, o batallas cotidianas que parecen no tener fin. Estas circunstancias pueden hacerte sentir como si cada fibra de tu ser se estuviera agotando. Con el tiempo, la esperanza se desvanece, la paz se esfuma, y te sientes sin fuerzas para dar un paso más.

Pero las Escrituras nos pintan una imagen completamente diferente. Jeremías describe a la mujer que confía en el Señor como un árbol plantado junto a las aguas. Sus raíces, profundas y vigorosas, se nutren constantemente, incluso bajo el sol abrasador o en las temporadas más áridas. Este árbol no solo sobrevive, sino que continúa floreciendo y dando fruto abundante.

Cuando recibiste a Cristo como tu Salvador, tu fe comenzó a echar raíces. Ahora, en los momentos más difíciles, esas raíces espirituales te proporcionan fortaleza sobrenatural, esperanza inquebrantable y perseverancia divina. Mientras más profundamente te ancles en Dios, más resiliente te vuelves ante las tormentas de la vida. La paz verdadera, la fortaleza genuina y la capacidad de persistir no brotan de tu propio esfuerzo, sino del flujo constante y vivificante del Espíritu de Dios.

Cuando tu confianza descansa completamente en Él, nada en este mundo puede derrotarte.

Señor, te doy gracias por ser mi fuente inagotable de fortaleza y esperanza. Ayúdame a cultivar raíces profundas de fe que se nutran constantemente de tu agua viva, especialmente cuando atraviese valles de prueba. Cuando me sienta agotada y sin fuerzas, recuérdame que tú tienes el control absoluto y que me proveerás exactamente lo que necesito para perseverar. Mantenme fructífera y firme sin importar las circunstancias que enfrente, porque deposito toda mi confianza en ti. En el nombre poderoso de Jesús, Amén.

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