Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga por su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. Eclesiastés 4:9-10
En un mundo con casi 8 mil millones de personas, puede parecer imposible sentirse verdaderamente solo. Sin embargo, la realidad es que muchos viven desconectados de la comunidad genuina. Las redes sociales pueden dar la ilusión de amistad a través de “me gusta” y “seguidores”, pero esas conexiones rara vez nos sostienen cuando llegan las pruebas reales. Incluso en el trabajo, en los vecindarios o en la iglesia, las relaciones pueden permanecer superficiales a menos que invirtamos intencionalmente en ellas.
Lamentablemente, muchos cristianos viven como espectadores, entrando y saliendo de la iglesia sin construir relaciones significativas, o saltando entre congregaciones sin comprometerse nunca. Pero cuando llegan las dificultades o comienza la deriva espiritual, no tienen a nadie cerca para ofrecer apoyo, oración o responsabilidad. Se han dejado vulnerables al caminar solos.
El designio de Dios siempre ha sido que Su pueblo viva en comunidad. La verdadera comunión bíblica requiere bajar la guardia, desarrollar confianza y permitirnos ser conocidos. Aunque puede sentirse incómodo al principio, la bendición es inmensa. En la comunidad, encontramos aliento, responsabilidad, protección y fortaleza. Las Escrituras son claras: funcionamos mejor juntos. Hay seguridad en los números y alegría al caminar junto a los demás.
Señor, gracias por crearnos para vivir en comunión con los demás. Perdóname por las veces que me he aislado o resistido a la comunidad por miedo u orgullo. Enséñame a invertir en relaciones piadosas en las que pueda dar y recibir aliento. Ayúdame a confiar en los demás, abre mi corazón y camina en unidad con Tu gente. Rodéame de aquellos que fortalezcan mi fe y me acerquen más a Ti. En el nombre de Jesús, Amén.
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