Capítulo 8: El desánimo me aplasta

Salmo 42:3, 5a, 6–7a

Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué te abates, oh alma mía,
y te turbas dentro de mí?
Dios mío, mi alma está abatida en mí;
me acordaré, por tanto, de ti…
Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas…

Salmo 10:1, 14 

¿Por qué estás lejos, oh Jehová,
y te escondes en el tiempo de la tribulación?
Tú lo has visto; porque miras el trabajo y la vejación,
para dar la recompensa con tu mano;
a ti se acoge el desvalido;
tú eres el amparo del huérfano.

El Señor me lleva en su regazo

Ayer estabas mejor; hoy, sin fuerzas. Así somos: nuestras emociones suben y bajan. No eres el único; grandes hombres de Dios pasaron por lo mismo. La Biblia pone palabras a ese abatimiento y, al mismo tiempo, nos enseña a recordar: “me acordaré de ti”.

No temas confesar tu debilidad ante Dios. Él te conoce, no se decepciona de ti. No te pide que siempre seas fuerte; te invita a entregarle tu corazón tal como está. Hoy Él quiere compartir su fuerza contigo.

Oración

Padre, hoy me siento en ruinas. Traigo a ti mis quejas y mis problemas; cuando me rindo, tú sabes lo que debo hacer. Levántame con tu fuerza. En el Nombre de Jesús, Amén.

Comments

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *