Capítulo 15: El pecado oculto y la sanidad verdadera

Oración inicial
Señor, examina mi corazón. Si hay en mí algún pecado oculto, muéstramelo. Dame un arrepentimiento verdadero y fuerza para abandonar todo lo que me aparta de ti. Que nada en mi vida sea una brecha para el enemigo. Purifícame, perdóname y acércame más a ti. Amén.

Pasaje bíblico
«¿Quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?». (Juan 9:2)

Reflexión
Los discípulos preguntaron a Jesús si la ceguera de aquel hombre era consecuencia de su pecado o del de sus padres. Era común creer que cada sufrimiento estaba directamente ligado a una falta personal.

Es cierto que el pecado introdujo la muerte y la corrupción en el mundo. Todos sentimos sus efectos: el cansancio, el envejecimiento, las enfermedades. Sin embargo, no todo sufrimiento es el resultado de una falta personal.

Sí, hay pecados que traen consecuencias directas, y si permanecemos en hábitos pecaminosos, abrimos brechas al enemigo. Esas brechas debilitan nuestra vida y nos apartan del favor de Dios.

El pecado, aunque parezca pequeño, da derecho al enemigo para actuar. Se convierte en un velo que oscurece nuestra relación con Dios y bloquea la sanidad que viene de Él.

Por eso, si hay algo pendiente en tu vida, arrepiéntete, confiésalo y abandónalo. No escondas lo que necesita ser sanado. No es tiempo de alejarse de Dios, sino de correr hacia Él.

Principio espiritual
El pecado debilita tu vida y te separa de Dios.

Versículo final
«Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír». (Isaías 59:2)

Preguntas para reflexionar

  1. ¿He guardado algún pecado oculto que sirva de brecha contra mí?
  2. ¿He pedido perdón, pero lo he abandonado de verdad?
  3. ¿Estoy hoy más cerca o más lejos de Dios por mis decisiones?

 

Comments

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *