Capítulo 11: La Eternidad con Dios

Oración inicial
Señor, enséñame a buscarte por lo que eres y no solo por lo que puedes hacer. Corrige mis prioridades. Que mi corazón anhele más tu Reino que tus milagros. Que no idolatre la sanidad ni me pierda en la búsqueda del alivio, olvidando la eternidad. Que tú seas siempre el centro de mi fe. Amén.

Pasaje bíblico
«Entonces Jesús les advirtió severamente, diciendo: “Mirad que nadie lo sepa”». (Mateo 9:30)

Reflexión
Tras sanar a dos ciegos en Cafarnaúm, Jesús les pidió que no lo difundieran. Sin embargo, ellos, llenos de alegría, contaron la noticia a todos.

Jesús nunca buscó la fama. Sabía que los milagros atraían la atención, pero su meta era el Reino de Dios. La sanidad era una señal, no el centro.

A veces el dolor nos roba la mirada, y pedimos sanidad, alivio, respuestas. Eso no está mal, pero cuando la sanidad se convierte en lo más importante y desplaza a Dios mismo, algo está fuera de lugar.

La mayor bendición no es la sanidad, sino la salvación. La eternidad con Dios tiene más valor que cualquier milagro temporal. Una sanidad es maravillosa, pero la condenación eterna es la mayor tragedia.

Por eso, antes de pedir sanidad, ora por salvación. Antes de buscar respuestas, busca intimidad. Reordena tus prioridades: quita la salud perfecta del trono y devuelve a Dios el lugar que le corresponde.

Principio espiritual
No idolatres la sanidad. Busca primero el Reino.

Versículo final
«Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». (Mateo 6:33)

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Qué ha sido más importante para mí: el milagro o el Dios de los milagros?
  2. ¿He buscado la sanidad más que el Reino?
  3. ¿Estoy poniendo mi esperanza en el alivio o en la eternidad?

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