Capítulo 9: TEMPLANZA

El Dominio Perfecto de Uno Mismo

Definición: La capacidad de gobernarse a sí mismo con disciplina y sabiduría

La templanza, el último fruto del Espíritu Santo en la lista de Pablo, es la virtud que corona y perfecciona todas las demás. Es la capacidad sobrenatural de ejercer control completo sobre nuestros impulsos, deseos, emociones y acciones. No es represión severa ni legalismo religioso, sino el dominio sabio y equilibrado de todas las áreas de nuestra vida bajo la dirección del Espíritu Santo.

Esta virtud divina nos capacita para decir “no” a lo que daña y “sí” a lo que edifica. Es la fuerza interior que nos permite resistir tentaciones, mantener disciplinas santas, y vivir con moderación y balance. La templanza es la expresión práctica de una vida que ha aprendido a ser gobernada por el Espíritu en lugar de ser arrastrada por los impulsos de la carne.

Ejemplificado en Jesús

Jesús demostró templanza perfecta durante toda Su vida terrenal, especialmente durante Sus cuarenta días de ayuno en el desierto:

“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.” Mateo 4:1-2 (RVR1960)

Cuando Satanás lo tentó a convertir las piedras en pan, Jesús respondió:

“Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Mateo 4:4 (RVR1960)

Su templanza no se basaba en fuerza de voluntad humana sino en Su dependencia total del Padre y en las Escrituras. Esta es la templanza verdadera: control que fluye de una relación correcta con Dios.

En la cruz, cuando le ofrecieron vinagre mezclado con hiel para aliviar Su dolor, Jesús lo rechazó, eligiendo experimentar plenamente el sufrimiento necesario para nuestra redención. Su templanza se mantuvo firme hasta el final.

La Templanza Como Necesidad Vital

Pablo compara la vida cristiana con la disciplina de un atleta:

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.” 1 Corintios 9:24-25 (RVR1960)

La templanza requiere abstinencia estratégica. Los atletas se “abstienen de todo” lo que pueda perjudicar su rendimiento. ¡Cuánto más nosotros, que corremos por una corona incorruptible, deberíamos ejercer templanza en todas las áreas de nuestras vidas!

“Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” 1 Corintios 9:26-27 (RVR1960)

Pablo “golpeaba su cuerpo” y lo ponía “en servidumbre.” Esta es templanza en acción: el control deliberado y constante de nuestros impulsos naturales para servir a propósitos más elevados.

La Templanza Como Característica del Liderazgo

Pablo establece la templanza como un requisito esencial para el liderazgo espiritual:

“Es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar.” 1 Timoteo 3:2 (RVR1960)

La palabra “sobrio” implica templanza en todas las áreas. Un líder espiritual debe demostrar control sobre sus apetitos, emociones, palabras y acciones. No puede guiar a otros hacia la libertad si él mismo está en esclavitud a cualquier cosa.

La Templanza En Todas Las Áreas

Templanza en las Palabras:

“En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente.” Proverbios 10:19 (RVR1960)

La templanza controla no solo cuánto hablamos sino también qué decimos y cuándo lo decimos. Es la virtud que nos ayuda a guardar silencio cuando es sabio hacerlo y a hablar cuando es necesario.

“Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.” Colosenses 4:6 (RVR1960)

Templanza en los Deseos:

“Absteneos de los deseos carnales que batallan contra el alma.” 1 Pedro 2:11 (RVR1960)

La templanza reconoce que hay una batalla constante entre el espíritu y la carne, y toma la decisión consciente de negar los deseos que dañan el alma.

Templanza en las Emociones:

“El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.” Proverbios 14:29 (RVR1960)

La templanza emocional no significa no sentir emociones, sino controlar cómo y cuándo las expresamos.

La Templanza Como Sabiduría Práctica

Salomón, el hombre más sabio que jamás vivió, comprendió el valor supremo de la templanza:

“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” Proverbios 16:32 (RVR1960)

Conquistar una ciudad requiere fuerza militar; conquistarse a sí mismo requiere templanza divina. Esta última conquista es más valiosa y difícil que cualquier victoria externa.

“Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.” Proverbios 25:28 (RVR1960)

Sin templanza, somos como una ciudad sin defensas, vulnerables a cualquier ataque del enemigo. La templanza construye muros protectores alrededor de nuestras almas.

La Templanza Como Testimonio

Pedro nos instruye sobre cómo la templanza se convierte en testimonio poderoso:

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” 1 Pedro 2:9 (RVR1960)

Nuestra templanza “anuncia las virtudes” de Dios. Cuando ejercemos control sobre nuestros impulsos, demostramos que servimos a un Dios que puede transformar completamente la naturaleza humana.

La Templanza En Los Últimos Tiempos

Pablo profetizó sobre la ausencia de templanza en los últimos días:

“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno.” 2 Timoteo 3:1-3 (RVR1960)

El mundo de los últimos tiempos será caracterizado por la falta de templanza (“intemperantes”). En contraste, los creyentes llenos del Espíritu deben brillar como luces en la oscuridad a través de su autocontrol divino.

La Fuente de la Templanza Verdadera

Pablo nos revela que la templanza genuina no viene del esfuerzo humano sino del poder del Espíritu:

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” Gálatas 5:16 (RVR1960)

La templanza no es una lucha de fuerza de voluntad sino una entrega al control del Espíritu Santo. Cuando andamos en el Espíritu, Él produce naturalmente templanza en nuestras vidas.

La Palabra Griega: Enkráteia (ἐγκράτεια)

Pronunciación: eng-KRAH-tay-ah

Enkráteia literalmente significa “poder adentro” o “fortaleza interior.” Describe el poder interno que capacita a una persona para dominarse a sí misma. No es represión externa sino control que surge desde adentro, motivado por amor a Dios y deseo de honrarlo.

Esta palabra está relacionada con krátos (poder, fuerza), sugiriendo que la templanza verdadera requiere poder divino, no solo determinación humana.

Viviendo en la Templanza del Espíritu

El fruto de la templanza se manifiesta cuando:

  • Controlamos nuestro apetito comiendo y bebiendo con moderación
  • Disciplinamos nuestras palabras hablando solo lo necesario y edificante
  • Gobernamos nuestras emociones respondiendo con sabiduría en lugar de impulso
  • Administramos sabiamente nuestro tiempo priorizando lo eterno sobre lo temporal
  • Manejamos responsablemente nuestros recursos siendo buenos mayordomos de lo que Dios nos confía
  • Sometemos nuestros deseos a la voluntad de Dios revelada en Su Palabra

La Templanza Como Libertad Verdadera

Paradójicamente, la templanza no nos esclaviza sino que nos libera. Cuando ejercemos control sobre nuestros impulsos, experimentamos libertad de las consecuencias destructivas del descontrol. La templanza nos libera para disfrutar genuinamente de los buenos regalos de Dios sin ser dominados por ellos.

El Desarrollo de la Templanza

Pedro nos da una progresión hermosa para el desarrollo de la templanza:

“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” 2 Pedro 1:5-7 (RVR1960)

La templanza (“dominio propio”) se construye sobre el fundamento de la fe, la virtud y el conocimiento, y se convierte en la base para desarrollar paciencia, piedad y amor.

La Promesa para los Templados

Jesús pronunció una bienaventuranza implícita para aquellos que ejercen templanza:

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” Mateo 5:8 (RVR1960)

La templanza purifica el corazón al remover los obstáculos que impiden nuestra comunión con Dios. Los templados experimentan claridad espiritual y intimidad divina que los descontrolados nunca conocen.

El Llamado Final

Como el último fruto en la lista de Pablo, la templanza representa la culminación de la madurez espiritual. Es la virtud que demuestra que realmente hemos aprendido a vivir bajo el control del Espíritu Santo en lugar de ser arrastrados por los impulsos de la carne.

En un mundo obsesionado con la gratificación instantánea, el consumismo desenfrenado y la expresión sin límites de todo impulso, los creyentes templados se destacan como testimonios vivientes del poder transformador del evangelio.

La templanza no es legalismo sino libertad, no es represión sino expresión de una nueva naturaleza, no es esclavitud sino el dominio real que viene de ser verdaderamente libres en Cristo.

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” Juan 8:36 (RVR1960)

Conclusión: El Fruto Completo

Con la templanza, llegamos al final de nuestro recorrido por los nueve frutos del Espíritu Santo. Desde el amor que los fundamenta todos hasta la templanza que los corona con disciplina divina, estos frutos forman un carácter completo que refleja la naturaleza misma de Dios.

Cuando el Espíritu Santo produce todos estos frutos en nuestras vidas, nos convertimos en personas verdaderamente libres: libres para amar sin condiciones, gozarnos sin circunstancias, vivir en paz sin garantías, ser pacientes sin límites, mostrar benignidad sin cansancio, practicar bondad sin egoísmo, ejercer fe sin dudas, manifestar mansedumbre sin debilidad, y vivir con templanza sin legalismo.

Que cada día sea una nueva oportunidad de permitir que el Espíritu Santo complete Su obra en nosotros, produciendo este fruto perfecto que glorifica a Dios, bendice a otros, y nos transforma a la imagen de Cristo para toda la eternidad.

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