La Oración
“Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a ése raeré yo de mi libro. Ve pues, ahora, lleva a este pueblo adonde te he dicho; he aquí mi Angel irá delante de ti; pero el día que yo visite, yo visitaré en ellos su pecado.” Éxodo 32:31-34
¿Por qué estaba orando Moisés?
Moisés estaba orando en el momento más crítico de la historia de Israel, cuando Dios estaba a punto de destruir completamente a la nación por su idolatría con el becerro de oro. Su oración era una intercesión desesperada para salvar a todo un pueblo de la ira divina justificada.
Información de Contexto sobre Moisés
Esta oración ocurrió durante uno de los episodios más dramáticos del Antiguo Testamento. Mientras Moisés estaba en el Monte Sinaí recibiendo los Diez Mandamientos y las instrucciones detalladas para el tabernáculo, el pueblo de Israel había caído en la idolatría más flagrante al pie de la montaña.
Después de solo cuarenta días de espera, el pueblo había perdido la paciencia y presionado a Aarón para que les hiciera “dioses que vayan delante de nosotros” (Éxodo 32:1). Habían recolectado sus joyas de oro, las habían fundido, y creado un becerro de oro, declarando: “Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” (Éxodo 32:4).
La ironía era devastadora: mientras Dios estaba literalmente escribiendo con su propio dedo los mandamientos que incluían “No tendrás dioses ajenos delante de mí” y “No te harás imagen”, el pueblo estaba violando flagrantemente estos mismos mandamientos. Habían organizado una fiesta pagana completa con sacrificios, danzas y libertinaje moral.
La ira de Dios fue inmediata y justificada. Le dijo a Moisés: “Déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande” (Éxodo 32:10). Esta era una oferta increíble: Dios estaba dispuesto a comenzar de nuevo con Moisés como el nuevo Abraham, pero Moisés rechazó esta oportunidad de grandeza personal para interceder por su pueblo rebelde.
Elementos Clave de la Oración de Moisés
1. Moisés oró con honestidad brutal sobre la realidad del pecado. “Este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro” – no minimizó, no justificó, no buscó excusas para la idolatría de Israel. Su intercesión comenzó con una confesión honesta del pecado, reconociendo que el juicio de Dios estaba completamente justificado.
La intercesión efectiva siempre comienza con honestidad sobre la realidad del pecado. No podemos defender lo indefendible, pero sí podemos apelar a la misericordia divina después de reconocer la justicia de su ira.
2. Moisés apeló al perdón divino basado en el carácter de Dios, no en los méritos del pueblo. Su petición “que perdones ahora su pecado” no estaba basada en que el pueblo mereciera perdón, sino en la naturaleza misericordiosa de Dios mismo. Anteriormente había apelado a la reputación de Dios entre las naciones (Éxodo 32:11-13).
Las oraciones de intercesión más poderosas apelan a lo que Dios es – misericordioso, fiel, amoroso – no a lo que nosotros somos o hemos hecho.
3. Moisés hizo el sacrificio supremo: ofreció su propia salvación por el pueblo. “Si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito” representa una de las declaraciones más nobles en toda la Escritura. Moisés estaba dispuesto a ser borrado del libro de la vida si eso podía salvar a Israel de la destrucción.
Este nivel de amor sacrificial refleja el corazón mismo de Cristo, quien literalmente dio su vida por nosotros. Pablo expresó un sentimiento similar en Romanos 9:3: “Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos.”
4. Moisés persistió en intercesión a pesar del rechazo inicial. Cuando Dios rechazó su oferta de auto-sacrificio, Moisés no se desanimó. Continuó intercediendo, y en Éxodo 33 vemos que siguió rogando por la presencia continua de Dios con el pueblo. Su intercesión no fue un evento de una sola vez, sino un estilo de vida.
Resultado de la Oración
Dios escuchó la intercesión de Moisés y decidió no destruir completamente a Israel, aunque sí hubo consecuencias por el pecado. Aproximadamente tres mil hombres murieron ese día por mano de los levitas, pero la nación como un todo fue preservada.
Más significativamente, Dios decidió continuar su relación de pacto con Israel. Aunque inicialmente dijo que enviaría un ángel en su lugar, la intercesión continua de Moisés resultó en que Dios mismo siguiera acompañando al pueblo hacia la tierra prometida.
La intercesión de Moisés estableció un precedente bíblico para el ministerio intercesor. Su disposición de ponerse literalmente entre Dios y el pueblo pecador se convirtió en un tipo profético de Cristo, quien se interpuso entre nosotros y la ira divina que merecíamos por nuestros pecados.
El impacto eterno de esta oración es incalculable. Si Moisés no hubiera intercedido, la historia de la redención habría sido completamente diferente. No habría habido Israel, ni David, ni profetas, ni preparación para la venida del Mesías. Una sola oración de intercesión cambió el curso de la historia humana y preservó el plan redentor de Dios.
La oración de Moisés nos desafía a convertirnos en intercesores que se pongan en la brecha por otros. Su ejemplo nos enseña que el amor verdadero está dispuesto a sacrificarse por aquellos que han fallado, y que las oraciones de intercesión pueden literalmente salvar naciones y cambiar el destino de pueblos enteros. Cuando oramos por otros con el corazón sacrificial de Moisés, nos convertimos en instrumentos del amor redentor de Dios en el mundo.
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