“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Colosenses 3:13 (RVR1960)
Guardar rencor puede sentirse como justicia bien merecida, pero la realidad es que te lastima más profundamente a ti que a quien te causó el dolor. La ira y el resentimiento actúan como parásitos emocionales, drenando tu energía vital y robándote la paz que Dios anhela derramar en tu corazón. Cargar ese peso tóxico solo prolonga tu sufrimiento y te mantiene encadenada al dolor del pasado.
El camino hacia la libertad es el perdón. Aunque este sendero no es sencillo de transitar, puedes pedirle al Señor que te ayude a soltar cada ofensa que has guardado bajo llave en tu corazón. Comienza orando por quien te hirió, porque es casi imposible permanecer enojada con alguien mientras lo elevas constantemente ante el trono de la gracia.
El perdón se vuelve más alcanzable cuando recuerdas la frecuencia y generosidad con que Dios te perdona cada día. Su misericordia infinita te provee el modelo perfecto que estás llamada a seguir. Cuando decides soltar la amargura que te corroe, abres espacio en tu corazón para que florezcan la compasión genuina, la generosidad del alma y el amor incondicional. Al dar este paso valiente, descubrirás mayor salud emocional, libertad espiritual y una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Señor, te doy gracias por perdonarme tan completa y continuamente, sin importar cuántas veces fallo. Ayúdame a liberar toda amargura y resentimiento hacia aquellos que me han herido, y dame la gracia sobrenatural para soltarlo completamente de mis manos. Enséñame a orar sinceramente por quienes me han lastimado y a verlos a través de tus ojos llenos de amor y compasión. Llena mi corazón con tu misericordia en lugar de resentimiento, y recuérdame constantemente tu perdón inagotable cuando el perdón se sienta imposible de dar. Que camine cada día en tu paz perfecta y refleje tu gracia transformadora en cada una de mis relaciones. En el nombre precioso de Jesús, Amén.
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