Capítulo 4. Da el Primer Paso

“Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.” Génesis 50:19-21

Si alguien tenía motivos sobrados para aferrarse a la amargura, ese era José. Traicionado por sus propios hermanos, vendido como esclavo y acusado injustamente, soportó años enteros de sufrimiento inmerecido. Sin embargo, a través de todo ese dolor, Dios estaba tejiendo un plan perfecto, transformando cada lágrima de José en propósito divino. Elevado a una posición de autoridad en Egipto, José se convirtió en el instrumento que Dios usaría para preservar innumerables vidas, incluyendo las de aquellos hermanos que tanto daño le habían causado.

Cuando sus hermanos se postraron ante él, temblando de terror, José tenía todo el poder para ejercer venganza. Pero en lugar de eso, eligió algo revolucionario: el perdón. Reconoció la mano soberana de Dios obrando a través de su sufrimiento y se rehusó a tomar justicia por su propia cuenta. Al extender misericordia, honró a Dios y restauró los lazos familiares que parecían rotos para siempre.

El perdón raramente es sencillo, especialmente cuando las heridas han penetrado hasta lo más profundo de nuestro ser. Pero al igual que José, tú también puedes elegir confiar en los propósitos eternos de Dios y pedirle la fortaleza sobrenatural para perdonar. El primer paso comienza en la oración: invita a Dios a trabajar en las áreas más doloridas de tu corazón. El siguiente paso requiere acción: una decisión intencional de mostrar bondad, aun cuando tus emociones griten lo contrario. Con el tiempo, Dios alineará tu corazón con el Suyo, trayendo paz genuina y sanidad completa.

Señor, te doy gracias por el poderoso ejemplo de perdón que vemos en José y por su confianza absoluta en tu plan perfecto. Ayúdame a soltar toda amargura y resentimiento cuando otros me hayan lastimado profundamente. Enséñame a dar ese primer paso hacia el perdón, aun cuando mis emociones se rebelen contra esa decisión. Dame el valor para actuar con bondad y la fe para creer que traerás sanidad a mi corazón herido. Recuérdame constantemente que todas las cosas las encaminas para bien, y que la paz verdadera se encuentra únicamente al confiar plenamente en ti. En el nombre precioso de Jesús, Amén.

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