Mas yo a ti he clamado, oh Jehová, y de mañana mi oración se presentará delante de ti.
¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma? ¿Por qué escondes de mí tu rostro?— Salmo 88:13-14 (RVR1960)
Hay momentos en que el cielo parece cerrado.
Oramos, clamamos y esperamos una respuesta, pero todo parece silencio.
Nos preguntamos si Dios nos escucha o si se ha alejado.
Esa sensación de abandono puede ser una de las pruebas más duras de la fe.
Muchos hombres y mujeres de Dios pasaron por el mismo camino.
El salmista del Salmo 88 oró con desesperación y no recibió respuesta inmediata.
Pero aun así, siguió orando.
Su oración fue una confesión de fe en medio del dolor: “Mas yo a ti he clamado, oh Jehová”.
El silencio de Dios no significa ausencia.
Él está trabajando aun cuando no lo vemos.
Sus tiempos no son los nuestros, pero su presencia es constante.
Mientras nuestras emociones suben y bajan, la verdad de su Palabra permanece firme.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
tu vara y tu cayado me infundirán aliento.— Salmo 23:4 (RVR1960)
En medio del sufrimiento, Dios te invita a descansar en Él.
No necesitas entenderlo todo, solo confiar.
Él te sostiene con su mano, aun cuando tus fuerzas parecen agotarse.
Dios quiere hablar contigo
El Señor no se ha olvidado de ti.
Él escucha cada palabra, ve cada lágrima y conoce el clamor de tu corazón.
Aunque a veces el silencio parezca eterno, su amor no ha cambiado.
Él sigue siendo tu Padre, tu refugio y tu ayuda constante.
He aquí, Dios es el que me ayuda;
el Señor está con los que sostienen mi vida.— Salmo 54:4 (RVR1960)
Tu fe no se mide por las emociones, sino por la confianza de seguir caminando aun cuando no ves el camino completo.
Dios está obrando, y pronto verás los frutos de su fidelidad.
Puedes hablar con Dios
Padre, a veces mi corazón se siente cansado. Oro, pero no escucho respuestas.
En esos momentos, enséñame a confiar en tu amor, aunque no sienta nada.
Ayúdame a recordar tus promesas y a descansar en tu fidelidad.
Hazme consciente de tu presencia, aun en el silencio.
Que mi fe no dependa de lo que veo, sino de lo que creo.
Tú eres mi refugio y mi descanso eterno.
Sosténme en tus brazos hasta que pase la tormenta.
En el nombre de Jesús, amén.
Leave a Reply