Capítulo 10. Trayendo la esperanza a la memoria

Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.
Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.
Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca.
Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.

— Lamentaciones 3:21-26 (RVR1960)

La tristeza y la amargura se reflejaban claramente en el rostro de Marcia. No era necesario que dijera nada: las pérdidas, las decepciones y los errores del pasado se habían arraigado tan profundamente en su corazón que la esperanza parecía haberse apagado.
Los recuerdos dolorosos regresaban una y otra vez, acusándola, llenándola de resentimiento y tristeza.
Había llegado al punto de sentirse sin valor y sin propósito.

Sin embargo, cuando parece que hemos tocado fondo, es precisamente ahí donde Dios puede comenzar su obra.
Cuando no nos queda nada más, cuando reconocemos que solos no podemos salir del pozo, el Señor nos extiende su mano.
Él puede restaurar la alegría y devolvernos el sentido de vivir.

El lugar donde ponemos nuestra esperanza determina nuestra paz.
Si la ponemos en personas, posesiones o circunstancias, viviremos frustrados.
Pero si la depositamos en Dios, Él renovará nuestra mente, nos ayudará a recordar sus bondades y nos permitirá ver nuevas razones para agradecer y seguir adelante.

Dios quiere hablar contigo

José, el hijo de Jacob, podría haber vivido esclavizado por el rencor y la amargura.
Sus propios hermanos lo vendieron como esclavo, lo alejaron de su hogar y lo condenaron a un futuro incierto.
Pero en lugar de dejarse consumir por el odio, José eligió confiar en Dios y mantenerse fiel aun en medio de la injusticia.

Y aconteció que cuando sus hermanos vieron que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecieron, y no podían hablarle pacíficamente…
Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora, pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna…
Y tomaron a José y lo echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.

— Génesis 37:4, 19-20, 24 (RVR1960)

Más tarde, fue vendido a Egipto como esclavo, pero la fidelidad de Dios lo acompañó aun allí.

Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio.
Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano.
Y bendijo Jehová la casa del egipcio a causa de José; y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo.

— Génesis 39:2-3, 5 (RVR1960)

Aunque fue injustamente acusado y encarcelado, José continuó confiando en el Señor, quien no lo abandonó.

Mas Jehová estaba con José, y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel…
El jefe de la cárcel no necesitaba atender cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

— Génesis 39:21-23 (RVR1960)

Al final, Dios transformó el mal en bien.
José fue elevado a gobernador de Egipto y se convirtió en instrumento para salvar a muchos durante una gran hambruna, incluyendo a sus propios hermanos.

Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.
Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos.
Así los consoló, y les habló al corazón.

— Génesis 50:20-21 (RVR1960)

José eligió recordar las obras de Dios en lugar de las heridas del pasado.
Eso es lo que significa “traer la esperanza a la memoria”: mirar hacia atrás y ver no solo el dolor, sino la fidelidad de Dios a lo largo del camino.
Él nunca dejó de sostenernos, incluso en los momentos que no comprendimos.

Puedes hablar con Dios

Señor, gracias porque tus misericordias son nuevas cada mañana.
Aun cuando mi corazón se llena de tristeza, puedo recordar todo lo que has hecho por mí y confiar en que seguirás obrando.

Ayúdame a dejar atrás los pensamientos que me atan al pasado, y enséñame a mirar hacia adelante con esperanza.
Lléname de tu paz y de tu verdad, para que pueda vivir cada día con gratitud.

Hoy elijo recordar tu fidelidad, tus promesas y tu amor.
Gracias porque puedo descansar en ti, confiando en que todo lo que haces es bueno y tiene propósito.

En el nombre de Jesús, amén.

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