Y Moisés dijo al pueblo: “No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”. (Éxodo 14:13-14)
De manera aparentemente contradictoria, se nos llama a luchar y, al mismo tiempo, a calmarnos. Observamos que, en esta instrucción, quien lucha es uno y quien se calma es otro. Esa es la gran cuestión de la vida. A veces nos sentimos tentados a invertir los papeles: queremos luchar y que Dios se quede quieto.
Sin embargo, la promesa es clara: Dios pelea por nosotros. Por eso podemos descansar. El problema surge cuando luchamos contra Dios, intentando que actúe con nuestras armas, a nuestro modo, a nuestro ritmo. Pero Él obra a su manera, con sus recursos y en su tiempo. A nosotros nos corresponde la calma.
El adversario no es Dios, sino nuestros problemas, adversidades y temores. Nuestro amigo, nuestro comandante, el que pelea en favor nuestro, es el Señor. Entonces, ¿por qué vivir agitados? Si interferimos, solo estorbamos. No ocupemos el lugar de Dios. Dejemos que Él luche por nosotros, porque cuando Él lucha, nosotros vencemos.
Señor amado, enséñame a confiar en tu poder y a no usurpar tu lugar. Ayúdame a permanecer en calma mientras Tú peleas mis batallas. Dame paciencia para esperar tus tiempos, humildad para aceptar tus caminos y fe para descansar en tu victoria. Que nunca me olvide de que Tú eres quien lucha por mí, y en Ti siempre venceré. En El Nombre de Jesús, Amén.
Leave a Reply