Capítulo 3. Poder sobre nuestros pensamientos

En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, Y en tus hechos maravillosos meditaré. Salmo 145:5

Este salmo dibuja un hermoso cuadro de devoción. La mente del salmista está donde Dios desea que esté: centrada en Él. Glorifica al Señor a través de la adoración y la meditación. Lo que elegimos pensar a menudo da forma a la salud de nuestras vidas espirituales. Cuando nos enfocamos en el “glorioso esplendor” de Dios y las innumerables razones para estar agradecidos, nuestros corazones se llenan de luz. Pero cuando nuestra atención cambia hacia la gratificación terrenal, los deseos egoístas o los placeres fugaces, nuestros espíritus se oscurecen.

Fuimos creados a imagen de Dios, diseñados para el cielo. Sin embargo, las distracciones de esta vida intentan convencernos de que nuestro enfoque debe estar en la tierra. Las carreras, la salud, las relaciones y las metas solo adquieren verdadero significado cuando se ven a través de Cristo. Como hombres, enfrentamos la presión constante de definir nuestro valor por nuestros logros, nuestra posición o nuestro desempeño. Pero incluso mientras vivimos aquí, nuestros pensamientos deben estar arraigados en lo eterno, meditando en la gloria y las obras de Dios, encontrando perspectiva en Su presencia.

Cuando fijamos nuestra mente en Él, descubrimos que todo lo demás encuentra su lugar correcto.

Señor, enfoca mi mente en Ti hoy. Protégeme de las distracciones que me alejan de Tu presencia. Enséñame a meditar en Tu majestad, Tus maravillosas obras y la esperanza eterna que tengo en Cristo. Llena mis pensamientos de gratitud en lugar de preocupación, de luz en lugar de oscuridad. Recuérdame por qué vivo y respiro: para glorificarte. Que mi corazón y mi mente permanezcan fijos en el cielo mientras camino fielmente aquí en la tierra. En el nombre de Jesús, Amén.

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