Capítulo 1. Haz tu trabajo

Dijo además David a Salomón su hijo: Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová.  1 Crónicas 28:20

Tener coraje y actuar a menudo van de la mano. En el versículo de hoy, David anima a Salomón a “hacer la obra.” La fuerza y el coraje no son meros sentimientos; son virtudes que crecen a medida que las practicamos. Cuanto mayor es el riesgo de fracaso, mayor es la medida de coraje requerida. Por eso David le asegura a Salomón: “Él no te fallará ni te abandonará.” La presencia de Dios garantiza que, incluso cuando tropezamos, Sus propósitos permanezcan seguros.

Nuestro papel es simple: obedecer y hacer el trabajo. Toma la iniciativa, escucha la dirección de Dios y actúa con fe. Cuando Dios llama, Él equipa. Cuando Él manda, Él sostiene. No debemos temer al fracaso, porque Su fuerza nos sostiene y Su plan no puede frustrarse. Se propuso que Salomón construyera el templo, y se completó. De la misma manera, Él tiene un plan para tu vida, y lo llevará a cabo.

Así que haz el trabajo que Él te ha dado hoy. Da un paso adelante con fe, coraje y confianza en que Dios terminará lo que ha comenzado en ti.

Señor, dame fuerza y coraje para enfrentar los desafíos de hoy. Recuérdame que el éxito no está en mi habilidad, sino en Tu presencia y poder trabajando a través de mí. Ayúdame a tomar la iniciativa, escuchar Tu dirección y hacer fielmente el trabajo que me has asignado. Cuando surja el miedo o el desánimo, fortalece mi corazón con la seguridad de que nunca me fallarás ni me abandonarás. Completa Tu plan perfecto en mí para Tu gloria. En el nombre de Jesús, Amén.

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