Capítulo 1. La fuente de paz está en Jesús

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33

La paz es ese tesoro que toda mujer anhela en lo profundo de su corazón, pero que pocas logran experimentar verdaderamente. La vida parece conspirar contra nuestra tranquilidad: relaciones que se quiebran, noticias que nos alarman, o esas voces internas que no cesan de susurrarnos dudas y temores. La paz se nos escapa como arena entre los dedos, frágil y esquiva.

Pero aquí está la hermosa verdad: la paz genuina y perdurable solo se encuentra en Jesús. En este versículo, Él nos abraza con una promesa poderosa: aunque las dificultades son parte inevitable de la vida, la paz es completamente posible cuando descansamos en Él. Al aferrarte a Sus palabras y confiar en Su amor, puedes encontrar refugio en Su fortaleza inquebrantable.

Es cierto, los desafíos llegarán a tu puerta. Algunas tormentas te harán sentir como si fueras a naufragar, mientras que otras serán esas pequeñas frustraciones cotidianas que van erosionando tu serenidad. Pero cuando anclas tu corazón en Cristo, recuerdas una verdad transformadora: Él tiene la perspectiva completa de tu historia. Nada lo toma por sorpresa, nada escapa de Sus manos amorosas.

No existe problema tan gigante que Jesús no pueda resolver, ni circunstancia tan poderosa que Él no pueda transformar. Él te conoce íntimamente, te ama apasionadamente, y promete paz verdadera a quienes depositan su confianza en Él.

Señor Jesús, te doy gracias porque eres la fuente inagotable de paz verdadera. Cuando la vida me agobié con sus pruebas y distracciones, recuérdame que tú ya has vencido al mundo entero. Tranquiliza mi corazón cuando el miedo quiera apoderarse de mí, y ayúdame a descansar completamente en tus promesas fieles. Enséñame a fijar mis ojos en ti y no en mis circunstancias, confiando en que no hay nada demasiado grande para tu poder infinito. Llena cada rincón de mi ser con tu paz sobrenatural, hoy y siempre. En tu nombre precioso, Amén.

Comments

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *