“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” 2 Corintios 12:9
Vivimos en una cultura que valora la fuerza, el dominio y los logros. La gente se apresura a resaltar los logros y minimizar las luchas. Incluso cuando nos preguntan sobre nuestras debilidades, a menudo las replanteamos de maneras que suenan como fortalezas. Por ejemplo, en una entrevista, alguien podría responder: “Soy perfeccionista”, haciendo que la respuesta parezca admirable en lugar de vulnerable.
Pero la vida no siempre permite respuestas pulidas. Espiritualmente, muchos de nosotros luchamos en silencio, ofreciendo respuestas superficiales para ocultar nuestras verdaderas batallas. Por ejemplo, cuando se nos pide oración, podemos decir: “Solo ore por paciencia”, en lugar de admitir: “Siento que Dios está en silencio y estoy perdiendo la fe”. Aunque lo último suena crudo y desordenado, es mucho más auténtico, y la autenticidad es donde comienza la curación.
Dios ya conoce nuestros pensamientos más íntimos, nuestro dolor oculto y nuestros temores más profundos. Él no se sorprende ni se ofende por nuestra debilidad. En cambio, Él nos invita a llevarle nuestro quebrantamiento, porque es en esos mismos lugares de lucha donde se revela Su poder. Nuestras debilidades, cuando nos rendimos, se convierten en plataformas para Su gracia y transformación.
Cuán liberador es presentarse ante Dios honestamente, con nuestros fracasos, dudas y heridas, y descubrir que Su gracia no solo es suficiente, sino perfecta en nuestra debilidad.
Señor, gracias por encontrarte conmigo en mi debilidad. Perdóname por las veces que escondo mis luchas detrás de respuestas pulidas. Enséñame a presentarme ante Ti honestamente, con todo mi dolor y dudas, sabiendo que ya ves mi corazón. Llena mi debilidad con Tu fuerza y deja que Tu gracia transforme mi vida. Ayúdame a abrazar la vulnerabilidad, para que el poder de Cristo brille a través de mí. En el nombre de Jesús, Amén.
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